jueves, 19 de julio de 2007

OLOR A LA POBREZA

RaquelMuñoz de Franco
Olor penetrante, mi sensibilidad hiere.
Olor nauseabundo, estrechas callejuelas.
Olor viejo de destartaladas casas, que el tiempo infiere.
Olor a humedad y a hongos, que nace de las podridas maderas.
Es el olor fuerte y ácido de la Pobreza;
olor penetrante a orines detenidos y viejos,
fétido olor del que está hecha la cruda Pobreza.
Conviven allí miles de descontentos seres.
Enmarañadas callejuelas, llenas de cuartuchos estrechos.
Casas emparchadas, cual multicolor rompecabezas,
de retazos de cartón y oxidado zinc, están hechas.
Abigarrados interioranos y negros, allí su pobreza pasean.
Por escalones rotos suben, en oscuras y podridas escaleras,
hasta peligrosos y estrechos balcones de carcomidas maderas.
Junto a niños y viejos, ropas tendidas al viento se mecen.
Hedor caliente exhalan los cuartuchos estrechos,
olor a sudor humano, penetrante y fuerte,
olor a basuras acumuladas y descompuestas,
basura que de perros sarnosos y moscas es la fiesta.
Al calor del mediodía, oleadas de hedor el aire inundan.
Por esas estrechas callejuelas de piedras,
olor a heces y orines emergen de las charcas inmundas.
Es el característico y fétido olor de la Pobreza.

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